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sábado, 30 de julio de 2011

LA LUNA DE DOS MANERAS



LA LUNA DE DOS MANERAS
Mientras espero la luna
abuelo siempre me cuenta:
La luna de dos maneras
Cuando la tierra  era chica
y la luna  era doncella
la segunda se cansaba
de acompañar las estrellas;
siempre tan fría, tan sola,
siempre alejada y ajena
de todo cuanto ocurría
acá lejos, en la tierra.
Cada una por su rumbo
giraba como las ruedas,
perdidas en el espacio
sin saludarse  siquiera.
Reconciliación
En una noche de eclipse
con la galaxia de fiesta
después de  pocas palabras


se escucharon confidencias
-Perdón,
-No importa,
-Te quiero
y se abrazaron serenas
como si allá en el principio 
el  mismo  abuelo  meciera
en un enorme sillón 
a estas dos  niñas traviesas. 
Al final, dijeron  ambas:
somos un dúo de reinas:
hagamos trato las dos
e intercambiemos riquezas...
Regalos
Y quedaron amistadas
prima luna y prima tierra:
La tierra  entonces lució
una larga primavera
colmada de luz, de velos,
de pájaros y de perlas. 
La luna  quiso llevarse
un ramo de flores nuevas
y a  cambio de  su relumbre
Tierra brindó una   parcela
con las flores que su prima
insistente le pidiera.
 Los intrusos
Lo que nadie imaginó
— para colmo de sorpresa —
fue que al fondo de la loma
dos ratones existieran
durmiendo plácidamente
en su cálida caverna.
Despertaron en el cosmos
y al salir de su trinchera
¡qué raro estaba el paisaje!,
repleto  de luces sueltas
que escapadas como peces
cruzaban   la mar  inmensa.
Dos ratones en lo alto
jugaban a ser planetas.
Dos ratones en la luna
(¿en la luna de Valencia?)
 Guerra
A la hora del almuerzo
y  ya con hambre de fieras
salieron de  recorrido,
y no encontraron ni piedras.
Coincidieron  en comerse
las pocas  flores  violetas
que lucían en el techo
de su cálida vivienda. 
Cuando todo  lo comieron 
les supo amarga la arena
y empezaron los mordiscos
los insultos  y  la guerra.
Y las hambres continuaron,
y añoraban las despensas... 
Convenio
Luego de mucho pensar
entregáronse  a la siembra,
(se hicieron vegetarianos)
y plantaron flores frescas
con las escasas semillas
que tenían de reservas.
Quedó la luna partida
en dos porciones  gemelas
y en cada mitad de luna
una patria, una bandera,
dos farolillos dispersos,
cuatro angustiadas orejas.
El centinela
Acá en la tierra vivía
un gato que era poeta
y encima de los tejados 
soñaba  con las estrellas:
esos buenos  pececillos 
de  parpadeantes aletas.
Pero la luna, ¡la luna
era su pasión primera!
Tan intrigado quedaba
al ver su cara incompleta
que  mil preguntas tenía
sin una sola respuesta.
¿Por qué vuelve tan delgada?
¿Por qué no está como era,
si en las noches  parecía
una encendida moneda?
Indiferencia
Mas a los gatos  vecinos
les dio lo mismo que fuera
una uña en el espacio,
o una blanca  panetela...
¿Para qué sirve la luna
si la noche siempre llega?
— le decían—  y el minino
se  moría de tristeza.
El plan
Mas el gato era romántico
y se buscó una escalera,
una novia, un telescopio
y se plantó en la azotea
del edificio más alto
del que  noticias tuviera.
Allí  armó su observatorio,
allí besó  a su princesa...
Y nacieron  luces, puentes
del beso  hasta las estrellas. 
En  la silla  de la noche
se sentó  la luna quieta,
con sus atuendos de  oro
y la  mirada de seda
El encuentro
Cuando llegaron, por poco  
surge la segunda guerra;
entre los gatos románticos
y los ratones que eran
los primeros pobladores 
de aquella lámpara inmensa.
Los gatos se pertrecharon
de mil o dos mil poemas,
mas  los ratones huidizos
no presentaron defensa;
con sus patas excavaron
millón y medio  de cuevas.
Levantaron tanto polvo
en su  incansable carrera
que nadie más vio la luna
por una semana entera.
De los  cielos se colgaba 
una gran pelota hueca,
una pálida burbuja,
una fruta macilenta.
La gente temía mucho
a causa  de las mareas
y en el mundo las noticias
eran lamentos y penas.
Paz
Pero un  día los rivales
resolvieron  una tregua:
Moribundos  y transidos 
se sentaron a la mesa.
Nada ofrecieron  los gatos
más que un plato de poemas
y los ratones, semillas
tallos y  lechugas frescas.
Hubo diálogo de paz:
Canto, risa, brindis, fiesta.
Desde  entonces viven juntos.
(de vez en cuando pelean,
pero  todo se termina
alrededor de la cena)
Por eso
Lejos parece la luna
un queso lleno de huellas
y a causa  de los ratones
los mininos se  desvelan.
De madrugada  los perros 
aúllan, pues les molesta
que los gatos de la luna
canten aún sus poemas.  
Puedes llegar a la luna
al menos, de dos  maneras:
Con un telescopio enorme
de los  que usa la ciencia
y con un beso de amor
bajo la noche más negra.
Esto me cuenta el abuelo
mientras la luna no llega.

texto: Jorge Luis Peña Reyes (Cuba)
voz: Asuncion Carracedo Gómez (España)
música: R. Schumann (Escenas del bosque, Op.82 y Escenas de niños, Op.15 - Caludio Arrau al piano)
imágenes: tomadas de internet.
realización : "Amigos de papel". A.C.G. 2011